La calidad humana de una persona se puede medir por el valor de su diálogo con los demás. Las personas que aman necesitan dialogar para poseer con el conocimiento al ser querido, y también, conocer las cosas buenas de los demás que encenderán el amor por ellas.
Con el diálogo, las personas comparten y aceptan mutuamente sus vivencias interiores, pues dialogar supone hablar y escuchar. Con la entrega recíproca se enriquecen y se hacen felices.
El buen diálogo se aprende desde pequeño en la familia, y para lograrlo los padres han de ser buenos modelos.
Este libro profundiza en las características positivas a desarrollar y las negativas que se deben evitar, en el diálogo con uno mismo, entre los esposos, de los padres con sus hijos, entre los hermanos, con los amigos y con los demás.
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